Quiero empezar diciéndote que vamos a estar bien, tú, los niños y yo, vamos a estar bien. Que me extrañas toda para ti, que ya no aguanto una película completa sin quedarme dormida, que mis tops de lactancia triple D no son los de encaje divinos de antes, que ya no aguanto más de dos horas en tus eventos y compromisos de noche, que extrañas las fiestas que organizaba en la casa, entiendo, pero para una embarazada de siete meses no hay peor plan que atender gente, respirar humo de cigarro y servir cubas. Te prometo, mi amor, que si tú me extrañas… yo también extraño ser la Mel de antes, arriba del sillón bailando reggaetón hasta las cinco de la mañana. Pero esto es una etapa y necesito que trabajes en tu empatía y que realmente te pongas en mis zapatos. Es una mega bendición estar embarazada y sentir sus pataditas, si, pero también me duele la espalda, estoy agotada, no quepo en mi ropa, ya llegó la celulitis, las ojeras, las contracciones chiquitas y nuestro niño “grande” no me deja descansar ni un segundo. Entonces entiende, por favor, que es una etapa, que la vida pasa volando y que mis hormonas están a diez mil.

Sigo aquí, detrás de las ojeras, el cansancio y los miedos infinitos que trae la maternidad y el embarazo, aquí estoy. No tomes personal que a ratos quiera ver mi serie, llena de aceite de almendras desparramada, a media cama con mi almohada de embarazo entre mis piernas cuando, al fin, logré dormir a nuestro hijo. ¿Te acuerdas del primer embarazo? ¡Ya se nos olvidaron mil cosas! Por lo mismo, porque el tiempo pasa volando y ahora ver a nuestro hijo, nuestro niño “grande” estar a días de entrar a maternal, hablando, repitiendo todo, siendo tan perfecto y tan nuestro, hace que valga toda la pena. Y por si este último par de meses de embarazo la cosa se pone más difícil y me convierto en esta panzona gigante que a ratos quiere llorar, al minuto se carcajea y al segundo te digo que vayamos a cenar pero diez minutos después me quedo dormida, te dejo esta carta para que la leas:

Gracias. Con toda mi alma y con todo mi corazón: Gracias. Te debo este sueño, el más grande de mi vida: ser Mamá. Y sobre todo confirmarme que tenía razón y tú ibas a ser el mejor Papá para mis hijos. Necesitamos trabajar en que aprendas a poner límites y no atacarte de la risa cuando nos dice “No” o cuándo sólo quiere comer papas. Nos falta mucho que aprender, eso no lo dudo, pero de verdad hacemos un gran equipo y ellos también son muy suertudos de tenernos, aunque estoy segura de que ellos nos escogieron y vienen a ser nuestros maestros de vida. Pero gracias, Miguel. Por ser el mejor equipo que pude haber escogido para esta tarea tan demandante y tan increíble de ser Papás. Por ayudarme en las madrugadas cuando estaba chiquitito, por ayudarme en los embarazos y apretar mi mano en cada ultrasonido, prueba o lo que se necesitara. Por estar tan presente y poner siempre primero tu casa. Por decirme lo orgulloso que estás de la Mamá que soy y no cansarte de repetírmelo. Por ser así de cariñoso, de entregado, por romperte la espalda con tal de estar tirado una hora jugando a lo que te pida tu hijo, por cocinarle huevo en forma de pato y hacer hasta lo imposible para que coma mejor, por cambiar pañales vengan como vengan y reírte con él mas no quejarte. Por dejarme dormir una hora más en las mañanas este embarazo y decirle “Mamá está dormida, vamos a jugar tu y yo”. Gracias infinitas. 

Como esposos, ufff, hemos tenido buenas, malas, increíbles y horrorosas épocas. ¿Qué dirán los que llevan 10, 15, 30 años de casados? Nosotros apenas vamos a cumplir tres. ¿Y te digo algo? Ha valido completamente la pena y me volvería a casar contigo a ojos cerrados, con todo y todo. El otro día me preguntaste por mi peor miedo y me contaste que el tuyo sería divorciarte. Me lo dijiste muy serio, tan honesto y al grano. Me sorprendió mucho y me dejaste pensando días enteros. Mi peor miedo no es divorciarme, para nada, ni cacharte una pintada de cuerno, ni que me mueva el tapete alguien más, no. Todo eso que leo en los Martes de desahogo, esos miedos tan comunes, no. A mí me aterra despertar un día y sentir realmente, no enojados, no en un pleito, sino despertar un día y a medio desayuno decirte “Ya no quiero estar aquí, ya no me gusta estar contigo, ya no te amo, ya no soy feliz” Eso. Y ser yo quien te lo diga sin tú sentir lo mismo o viceversa. Porque si los dos nos sentamos a decir lo mismo, wow, increíble, cada quien su casa y la llevaremos en paz y siempre poniendo a nuestros hijos primero, pero que uno ya no quiera y el otro ame con todas sus fuerzas estar y no quiera dejar de luchar. Eso sería horroroso. Para cualquiera de las dos partes, quien se quiere ir y esté totalmente decidido porque ya no es feliz, ya no disfruta, ama ni siente y quien muere por estar hasta hacerse pasita con el otro.

Y lo muy cañón es que no es cuestión de ver “qué nos depara el destino”. No estudié Psicología para cerrar temas así con una frase tan trillada y chafa. Lo muy cañón es que depende de nosotros, porque el amor no termina nada más porque si, es una chamba de todos los días y si algo he visto es que la gente se casa y suelta, ojo, TODOS lo hacemos. La depilada, la barba de diez días, la pijama de franela, la convivencia, los temas de conversación, el ejercicio, los hábitos. Y todo suma. Al final, todo tiene que ver y yo a lo que me comprometo es a seguir siendo la mujer de la que te enamoraste con todo y mis calcetines de pelitos puestos, la mujer que no le para la boca, que siempre tiene tema de conversación, que ama la fiesta, bailar, cenar, los besos y las escapadas solitos. La Mel que futurea, que planea la boda de su hija cuando ni siquiera sé si tendremos hija y te habla de lo guapo que te vas a ver bailando con ella. Pero, amor, necesito que entiendas que estoy en el último trimestre de embarazo y que me va a tomar un tiempo regresar a mi peso, talla, energía, poder salir contigo, bailar y brindar juntos. O viajar solos o comernos a besos. Necesito que entiendas que apenas viene lo bueno y a mí no se me olvida el postparto, lo que sentí y el trabajo que me costó volver a sentirme yo misma. Así que siéntate, tranquilízate y dame chance. Concéntrate en lo afortunados que somos y en todo lo que SÍ tenemos. Ya habrá mucho tiempo para todo lo demás, pero lo último que necesito ahorita es que te preocupen cosas como quedar mal si no vamos a un evento o que me hagas berrinche por dormirme en el cine. Eres mi esposo, mi pareja, no mi hijo. Y te prometo que estoy haciendo mi mayor esfuerzo para trabajar, tener la casa como nos gusta, estar mega presente para nuestro hijo, fomentar nuestro tiempo solitos, llevarlo a sus clases en la tarde, no faltar a mis grabaciones, comer bien, tener un buen embarazo y preparar todo para la llegada de nuestro segundo bebecito estando mega atenta a lo que pienso y siento, ya que en el embarazo y postparto hay que poner doble sino es que triple atención en la salud mental. Así que dame chance, cuídame, quiéreme mucho y apapáchame porque viene lo bueno. Y daría lo que fuera porque sintieras una sola contracción de las que me esperan, yo creo que con eso te quedaría más claro todo y no volverías a reclamarme ninguna de esas mensadas jajaja.

Si de repente te propongo echarle más ganas a la vida, que vayas a terapia para trabajar temas no resueltos  y romper patrones, buscar proyectos que te emocionen, hacer un plan de ahorro y pensar en nuestro futuro, ver más a tus amigos, cuidarte, tener mejores hábitos y hacerte check up es porque:

• Te AMO
• La vida me ha enseñado que sin salud NO hay nada
• La vida da mil vueltas y NADIE tiene NADA seguro
• Quiero que te sientas orgulloso de ti mismo
• Quiero que mis hijos te vean para arriba, como ejemplo y que sueñen con ser como su Papá

Yo te prometo que voy a cuidarme mucho, quererme mucho, estar bien por mi y para ustedes. Que voy a entregar el alma en la cancha por esta familia pero que el barco se hunde si no remamos juntos. De nada sirve tomar diplomados en educación, conferencias enteras de cómo manejar berrinches, echarle todas las ganas al proyecto más importante de mi vida, que es mi familia, si del otro lado el remo no le da la importancia que se merece la estructura, la dinámica familiar, desde cuidar no pelear enfrente de los hijos hasta entender que hay lugares, momentos y situaciones para cada cosa. Yo no pienso jugar a ser Mamá de un adulto de 34 años, ni hoy ni nunca. Afortunadamente mi vida es y me encargaré de que siempre sea más interesante que estar cuidando a que hora llegas de tu cena de amigos o tu Miércoles de poker. No, amor. Si algo tengo MUY claro es que el matrimonio no es a la fuerza, ni a la mala, no es con castigos y advertencias, así como tampoco debe ser la educación que les demos a nuestros hijos.

Tantos desahogos de mujeres apanicadas porque las dejen y las cambien por otra, cuando deberían de estar mas bien preocupadas por no dejarse ustedes mismas, por saber y estar absolutamente seguras de que a un mujerón que sabe lo que vale jamás la cambian, no somos monedas. En todo caso, el hombre elige una nueva pareja y eso habla mucho más de él que de ustedes, partiendo de que lo haga así, sin tener los pantalones de acercarse a su mujer primero y decir: Ya no quiero estar aquí, ya no te amo y tengo ganas de empezar mi nueva vida en otro lado y con alguien más ¡Pero señores! Antes de que les cachen la foto, el ticket, el perfume o la tanga de otra porque hasta para ser infiel se necesitan pantalones y ese es su libro compadres, ese es el ejemplo, la historia y la herencia que deciden dejarle a sus hijos. Yo, pretendo vivir en paz y ser feliz. Eso es todo. Jamás poner en riesgo mi realidad por una fantasía, ser una mujer de una sola pieza y si llegara el momento donde de plano no me siento mujer, no me motiva ni me emociona ni me mueve absolutamente nada seguir ahí, créanme, me aseguraría de no continuar por dignidad, amor propio y congruencia de todo esto que pretendo decirles y dejar plasmado en este blog que es: AMOR PROPIO.

Si escribieran hoy un libro donde hablaran de la familia que están construyendo ¿Cómo se llamaría? ¿Es lo que soñaban? ¿Qué le cambiarían?  Nos invito a cambiar lo que no va bien a tiempo, a vivir como si estuviéramos escribiendo nuestro libro. Cuidando nuestras decisiones, palabras, hechos y haciéndonos responsables. Nos invito a dejar de sentirnos víctimas y asumirnos como voluntarias de lo que nos sucede porque muchas veces nos toca vivir cosas tremendas, tristísimas pero lo que nos define es: ¿Qué hacemos con eso?

Nadie quiere una Mamá víctima, tóxica, frustrada, amargada, ni una pareja, ni una amiga así. Ser felices es una ELECCIÓN. Todos vamos a vivir pérdidas importantes, duelos, miedos, fracasos, crisis, si, todos. ¿A algunos les va peor que a otros? Puede ser. Pero la vida no te manda pruebas con las que no puedas, esa frase y pensar así me han hecho levantarme de muchas. Les prometo que cuando escriba mi libro, en muchos años, entenderán tantas cosas. Mi infancia, la dinámica de mi casa, mis hermanos, el divorcio de mis papás, sus parejas, tantos cambios de casa, de escuela, de vida, la negación de mi Papá hacia su enfermedad, su muerte. Ufff y apenas tengo veintiocho años. Por eso me atrevo a escribir de tantos temas porque, a diferencia de lo que mostramos en Instagram, que es la parte linda, nadie que no la haya tenido realmente dura se aferra así a la vida, a levantarse y a demostrar que todo se puede. Eso, se los prometo. Hay mucho fondo detrás de mis letras y les agradezco enormemente seguir aquí, leyendo cada una de ellas.

Ya cambié de tema totalmente, era carta a mi esposo y acabé hablando de mujeres, congruencia y autoestima, jajaja, este mommy brain está fuerte. Continúo…

Gracias por elegirme, por estar, por seguir luchando por nosotros todos los días, vamos a estar muy bien mientras queramos, mientras nos amemos y mientras nos lo permitamos. Y si llega el día que cualquiera de los dos tenga las ganas, la emoción, la mente, la cabeza o el corazón en otro lado, te dejo por escrito esta carta que funciona como un vale, para que sepas que me sentaré a escucharte como esperaría que tú a mí, sin enojos, mentadas de madre, ofensas ni amenazas. Te prometo que te agradeceré enormemente tener los pantalones de hablarme de frente de lo que está pasando y juntos tomaremos la mejor decisión para nosotros. Pero por favor, seamos adultos, nuestros hijos van a estar bien mientras nosotros estemos bien, pero no van a estar bien si viven en una casa que ni siquiera sienten suya, por estar llena de engaños, mentiras, indiferencia, pleitos y demás. Nunca lleguemos a eso, amor. Lo vemos en gente tan cercana todos los días y eso si me aterra, ser esa familia completamente lejana, disfuncional, tóxica y tan falsa que únicamente juegan a ser familia en festejos y para la foto, detrás de cámaras no se pueden ver ni en pintura, eso me aterra. Seamos ejemplo, es lo único que te pido. Y seamos felices, lo que nos alcance la vida o las ganas. No busco un «felices para siempre» busco que seamos felices sin tanto cuento. Gracias por entender lo importante que es para mí este proyecto, escribir y compartir estos artículos, este contenido, hablar de tantos temas, sólo tú y yo sabemos lo que me llena hacer esto.